viernes, 15 de junio de 2012

Dikers – Casi nunca llueve (2012)



Desde hace un tiempo, Moctezuma y yo hemos estado discutiendo formas de flexibilizar un poco las entradas del blog, para que, como decía yo el otro día, esto no sea “tan académico”. Resulta complicado hacer siempre críticas extensas de discos sin repetirse demasiado y, aunque para eso hay otras secciones (entrevistas, batallas de bandas, listas temáticas…), pues a veces ni éstas son suficientes. Así que, mientras esperamos a dar con una fórmula que nos permita mejorar esto, por mi parte intentaré relajar un poco las críticas, hacerlas más breves y menos rígidas. De cuando en cuando seguiré haciendo análisis más pormenorizados (sobre todo cuando me lo pidáis expresamente), pero en principio lo que haré será dar opiniones más generales de los discos.

Empiezo hoy con un disco de Dikers (concretamente el último, lanzado en marzo de este año) que me regaló el otro día un buen amigo (gracias, Miguel), con cierto miedo sobre si me gustaría o no. Miedo infundado, tengo que decir, pues aunque no conocía de nada al grupo (navarros con seis discos en su haber, formados a finales de los 90 por Iker Piedrafita), me parecieron una auténtica maravilla. Con luces y sombras, pero geniales a pesar de todo.

Lo más sorprendente es ese estilo tan marcadamente personal que tienen. Es rock duro, sí, pero no llega a los niveles de Marea o Extremoduro (a los que en letras sí que se parece bastante), sino que es de escucha mucho más ligera y agradecida. En ese sentido, me recuerdan más a Barricada (no en vano Iker es hijo de Alfredo Piedrafita, guitarrista de Barricada desde los ochenta), a Txarrena (el Azulejo Frío de El Drogas me recuerda muchísimo a este Casi nunca llueve) o, incluso, a grupos de pop–rock adolescente de esos tan de moda en Estados Unidos. Y más concretamente, a los Simple Plan de No pads, no helmets… just balls o Still not gettin’ any. Y si esto parece una pega al grupo, no lo es en absoluto, pues logran conseguir un rock con tintes duros, de calidad, y muy fácil de digerir.

El trío navarro demuestra una enorme calidad a lo largo de las doce pistas que componen el trabajo, aunque es Iker, a la voz (no tiene una voz especialmente destacable, simplemente bonita y correcta, pero canta de forma magistral) y la guitarra, quien eclipsa a los demás. Hay cortes maravillosos, sobre todo en la primera mitad del disco. “Absurda realidad”, aunque un poco repetitiva, es un comienzo bastante digno, que abre para la fastuosa “Corazón de trapo”, una auténtica gozada (balada cañera muy en la línea de Txarrena) para los oídos. “Dos pasos” es más alegre y desenfadada, menos destacable, y es el puente que lleva hasta el tema homónimo al disco, “Casi nunca llueve” que, además de contar con la colaboración de Kutxi Romero a las letras y unas guitarras magníficas, parece casi una versión del “Perfect” de Simple Plan.

A partir de aquí, el disco comienza a tener altibajos: “Como un circo ambulante” me parece bastante sosa y repetitiva. Por su parte, “Lo que queda atrás” y “Tan difícil de engañar” se parecen bastante entre sí (me gusta más la segunda) recuperando y acelerando esa vena de los primeros compases del álbum, acercándose nuevamente al estilo de Txarrena: rápido, duro, contundente, con letras sencillas pero maravillosas. “Nada” es más emotiva, con diferencia la más lenta y personal del disco (muy en la línea de Rulo y la Contrabanda), y es considerablemente mejor que “El temporal”, un rap totalmente fuera de lugar (con la colaboración de Fredi Piedrafita) que me parece lo peor de todo el trabajo (no por malo, que no lo es, sino por incongruente).

Ya llegando al último cuarto del trabajo nos encontramos con otro de los puntos fuertes del álbum, “Qué desastre”, otro tema con pretensiones de rock duro, pero muy pegadizo y popero. “Una última vez” es más baladera y desgarrada, muy ochentera (aquí a quien me recuerda es a Bon Jovi) e Iker la canta de forma maravillosa. Por último, se cierra el trabajo con su corte más duro y contundente, “Mil bocas sin nombre”, una balada cañera bastante decente.

Como digo, es un gran trabajo, con sus luces y sus sombras, sus puntos fuertes y sus cosas mejorables. Pero la verdad, se agradece mucho haberlo descubierto, es regalo más original e interesante que me han hecho en mucho tiempo.

Y por hoy, me despido. Que lo disfrutéis. Allez-y, mes ami!

Buenos días, y buena suerte.

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LO MEJOR: “Qué desastre”, “Absurda realidad”, o “Casi nunca llueve” son geniales. Pero especialmente “Corazón de trapo” es una maravilla.

LO PEOR: “Como un circo ambulante” me parece bastante floja, y lo mismo puedo decir de “El temporal” (que además, como digo, no pega nada con el resto del álbum). Y luego hay varios temas, como “Lo que queda atrás”, “Tan difícil de engañar”, o “Una última vez”, que son buenos, pero demasiado parecidos entre sí.

VALORACIÓN: 8,25/10. En una primera escucha ya me pareció bueno, pero poco a poco ha ido ganando puntos. Y los seguirá ganando con el tiempo, seguro.

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Como el disco acaba de salir, pues apenas hay vídeos que merezcan la pena... Únicamente tenéis los videoclips de los sencillos del disco, "Casi nunca llueve" y "Corazón de trapo".

Dikers - Qué desastre (carátula del álbum)

Dikers - Absurda realidad (carátula del álbum)

Dikers - Casi nunca llueve

Dikers - Corazon de trapo

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